El territorio colombiano está notablemente expuesto a la ocurrencia de sismos y movimientos telúricos que bien pueden ocasionar tragedias y pérdidas materiales incalculables.
Teniendo en cuenta que la gran mayoría de las víctimas en los sismos o terremotos las generan las construcciones y edificaciones, se creó un código que al momento de construir y edificar casas, apartamentos o edificios se le debe dar una total aplicación para proteger la vida de los pobladores.
En consecuencia las normas sismo-resistentes defienden primordialmente la vida humana ante la posibilidad de que ocurra un sismo y la defensa de la propiedad que no deja de ser un subproducto de la defensa de la vida.
Antes de que apareciera el código de sismo-resistencia en 1984, las edificaciones de este país carecían en su totalidad de un adecuamiento especial para enfrentar posibles sismos.
En conclusión, su estructura estaba plagada de una pobreza material y técnica alarmante, pues se levantaban sin una buena base estructural sin esqueleto y sin vigas y columnas reforzadas que soportaran el peso y los movimientos bruscos.
Según el código de la sismo-resistencia las columnas y vigas de amarre deben estar construidas en concreto y en su interior deben llevar varillas de acero similares a una canasta o celda.
Las columnetas tienen una especie de anillos que las amarran y se colocan cada uno a una distancia aproximada de cinco centímetros. En el ángulo que se forma con la unión de las vigas y columnas, los anillos están más unidos con el propósito de evitar que la estructura se desprenda.